Summary: Sasuke es un cazarecompensas obsesionado con resolver el misterio tras los extraños robos de una chica que se hace llamar "Arlequín" ¿Logrará Sakura hacer los malabares de sus exigentes actividades? mesera, acróbata y... Prepárate el circo ha llegado.
DISCLAIMER: NARUTO Y SUS PERSONAJES © MASASHI KISHIMOTO
“CIRCO DE 3 PISTAS” © SAKURA_TRC, 2011
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1ER. ACTO. “LISTONES
Y CORBATAS”
- Sakura, ya está listo tu pedido –anunció una joven mujer
de larga cabellera rubia y chispeantes ojos azules.
- Gracias Ino –una linda pelirrosa de ojos verdes jade, tomó
la bolsa de papel del mostrado, se coloco sus audífonos y salió de la pequeña
cafetería-florería.
La chica iba
patinando por las calles ligeramente concurridas, saludando y regalando
sonrisas a todo aquel que le daba los buenos días; incluso a uno que otro con
cara de malhumorado. Cinco calles después llegó a su destino, un edificio de
oficinas se levantaba frente a ella, elegante pero nada llamativo. Se acercó,
tocó el timbre y espero a que le respondieran.
- ¿Si? –se escuchó la voz en el intercomunicador.
- Cafetería "El lirio silvestre" –respondió Sakura
inmediatamente para luego oír el zumbido indicador que la puerta estaba
abierta.
Sakura entró patinando delicadamente y subió por el ascensor
hasta el quinto piso. Justo frente al ascensor estaba su destino, tocó la
puerta gentilmente y entró tras un “Adelante”.
- Con permiso –se anunció tímidamente la joven entrando a la
oficina.
- Buenos días Sakura, ¿cómo estas hoy? –el hombre era un
joven de no más de 25 años, cabello negro largo amarrado en una coleta baja y
ojos negros muy profundos y con una luz de coquetería nata.
- Muy bien gracias Itachi –discretamente miró a su alrededor
como si buscara algo– ¿Y tú como estás?
- Bien, un poco ocupado, pero tranquilo.
- Entonces no te quito más tiempo –se disculpó tratando de
escaparse rápidamente, pero el joven se lo impidió interponiéndose en su camino
a la salida.
- ¿Tienes mucha prisa? –pregunto jalando a Sakura de la
muñeca.
Los ojos jades se miraban preocupados– Este... si... algo... es que tengo otros
pedidos que entregar.
- Solo será un minuto –dijo y sentó a la chica en una silla
frente a su escritorio– Mira esto –le
mostró una serie de fotografías donde resaltaba una joven elegante, pelirroja y
con anteojos– Dime, ¿Qué percibes de
ella?
Sakura tomó una de las fotografías y la analizó– Se ve que es... inteligente, educada,
elegante, astuta... y por eso me no me da buena impresión.
- Aja –expresó triunfante Itachi golpeando la mesa como si
hubiera encontrado algo importante– A mí
tampoco me gusta.
- ¿Quién es?
- Mi novia –aclaró una voz ronca. Un chico parecido a Itachi
llegó, tenía el cabello negro con destellos azulados y ojos negros ligeramente
atemorizantes. El chico arrojó una corbata sobre las fotografías para evitar
seguir las críticas hacia la pelirroja– Y apreciaría no hablaras de ella.
- Buenos días –tartamudeo atemorizada Sakura.
- ¡Oh, vamos Sasuke! Esa chica no me agrada...
Sasuke lo interrumpió antes de que dijera algo más que lo
hiciera enojar– Es por eso que salgo con ella.
- Deberías salir con una niña, que sea alegre y bonita
como... Sakura –señaló con una enorme sonrisa a la silla, que ahora se
encontraba vacía– ¿Sakura?
Sasuke miró la puerta abierta, nunca escuchó ni se dio cuenta el momento en que la pelirrosa abandonó el despacho–
Ponte a trabajar, ¿Cómo va la investigación que te encargue?
- Pues hasta ahora las tres intrusiones que ha hecho solo ha
tomado una cosa por cada robo –Itachi sacó una libreta de notas del bolsillo de
su saco– y no han sido lo más valioso
que digamos.
- ¿De qué objetos estamos hablando?
Itachi revisó su libreta de anotaciones– Un juego de mancuernillas... un pisa
corbatas... y lo de anoche fue una gargantilla.
- ¿Cuál es su valor?
- ¿De todo? –Sasuke asintió como
respuesta– No más de cinco mil dólares. No entiendo porque alguien se
arriesgaría por tan poco, además las casas a la que ha entrado tenían miles de
dólares en joyería y arte.
- No es el valor económico, tal vez
solo sea por diversión.
- ¡Y vaya que lo está disfrutando!
–comento Itachi mostrando la foto del periódico donde la policía estaba,
literalmente, hasta el cuello de lodo y Sasuke con ellos.
- Hmpf, no es gracioso –Sasuke
intento quitarle el diario pero Itachi fue más rápido y lo guardo bajo llave en
su escritorio.
- Dime Sasuke ¿Por qué estas tan
interesado en atraparla? La recompensa no es tan grande como para gastar tus
valiosos recursos tratando de arrestarla.
- No es por el dinero –contesto
rabioso el pelinegro apretando su mano, formando un puño– Es por mi orgullo.
...
Sasuke salía de la comisaría,
acababa de entregar un fugitivo y le habían pagado el cheque de la recompensa.
De pronto escucho las sirenas de las patrullas acercándose rápidamente. Giro el
rostro en dirección del sonido y se llevó una gran sorpresa, alguien se acercaba
en una patineta con volante y motor. En
menos de un minuto, la policía que estaba en la comisaría salió pistola en
mano, cerrando el paso de la calle. Las patrullas obstruyeron el camino por
donde acababan de llegar. La persona de la patineta se detuvo metros antes de
la valla humana. Sasuke veía todo desde el costado de la calle, suponía que era
un fugitivo y que no conocía bien la ciudad, porque ¿quien en su sano juicio
huía de una aprensión pasando justo frente al "hogar" de la policía?
El motor de la patineta se
escuchó rugir, era como si un pequeño auto acelerará de fondo manteniendo el
freno a fondo. En cuanto el prófugo soltó el freno, hizo que la patineta
saliera disparada levantando la parte delantera y tomando los techos de los
autos como el segundo piso de una pista o un camino alterno para su huida. El acto
dejo impactados a todos, Sasuke también estaba tan impresionado que no pudo
hacer nada más que darse cuenta que el fugitivo no era un él, sino un ELLA. Y
la fugitiva no solo se conformó con mandarle un beso y guiñarle un ojo, sino
que había rayado y aboyado el techo de su ultra queridísimo auto.
...
- Oh, sí, claro, ya recuerdo que se
atrevió a dañar tu auto, pero... ¿no crees que es algo infantil el odiarla
tanto por eso?
- Todo aquel que se atreva a dañar
mi auto debe pagar las consecuencias.
Una gotita corrió por la sien de
Itachi, su hermano era algo… infantil.
...
- Listo –murmuró Sakura para sí
misma arreglando el mantel de la mesa–
Ya terminé Ino.
- Gracias Sakura, supongo que ya te puedes ir –Ino se
asomaba por la ventana de la cocina por donde entregaban la comida.
Sakura se quitaba el delantal y lo
guardo tras el mostrador– ¿Quieres que regresemos juntas?
- No gracias, además tu vas hacia
el norte y yo... pues tengo que esperar a que me recojan.
Los ojos jades de Sakura brillaron
curiosos– ¿Quién es el pobre
desafortunado? –Ino rió y trató de hacerse la interesante ignorando a la
pelirrosa– ¡Ya dime! –suplico la joven repartidora.
- U-chi-ha I-ta-chi –Sakura abrió
la boca y los ojos, sorprendida y un poco incrédula.
- ¡No!
- Si.
- ¿Cuándo te lo pidió? –preguntó
Sakura más que interesada.
- Hoy por la mañana cuando hizo el
pedido de su desayuno –presumió Ino con gran emoción.
- Guau, mucha suerte... jefa –se
despidió Sakura tomando su bolso y salió de la cafetería cerrando la puerta con
llave.
La oji jade caminaba
tranquilamente, era martes y pasaban de las diez de la noche. Las calles
estaban ligeramente vacías, las personas estaban en pleno regresó a sus casa
tras trabajar o saliendo de los restaurantes después de la cena. En su camino se topó con un lugar atestado de
gente bajo las influencias del alcohol y posiblemente otras cosas nada
legales. Frunció el ceño, molesta, esa
situación hacia su sangre hervir. Buscó en su bolso y sacó una hoja que luego
pegó en un costado del local, al ver su trabajo terminado sonrió y se retiró
asegurándose de que nadie la hubiera visto.
…
El reloj en la pared de la vieja y
abandonada fábrica de papel, apuntaba la media noche y la fiesta no parecía
tener fin. El local era famoso por ser el punto de reunión y diversión de la
delincuencia, protegido por funcionarios gubernamentales de la pequeña ciudad,
que recibían su “parte del pastel” por voltear el rostro a otro lado.
Madriguera donde se daba la drogadicción y la prostitución sin pudor alguno,
las mujeres bailaban con los clientes, sobre mesas o en jaulas colgadas del
techo.
- Este lugar es una mina de oro
–celebró un hombre de edad madura, cabello gris peinado hacía atrás. Levantó una
botella de vino y brindo con las mujeres que estaban a su alrededor.
Pero una risa fingida resonó en los
enormes altavoces que daban sonido al lugar. Todos miraron confundidos y enojados
al DJ por detener la música, él solo se encogió de hombros deslindándose de la
culpa.
- No busques porque no me
encontrarás –se oyó una voz de chica en los altavoces– Me escondo en plena luz porque soy la
oscuridad misma y solo tus oídos podrán notar mi presencia, pero será demasiado
tarde porque tendré a los gemelos rojos.
- ¿Qué es esa basura? –preguntó el
hombre de cabellos grises– Enciendan las luces –ordenó, pero en lugar de eso,
las luces se tornaron rojas.
- ¿Te gusta el color? –una voz
indignada siseo en su oído, el hombre giró para toparse con el rostro cubierto de
alguien que colgaba del techo.
De pronto el tipo de cabello gris
sintió un fuerte jalón en ambas orejas acompañado de un gran dolor, al tomarse
los lóbulos logró percibir algo liquido. Con los dos tirones que había sentido,
el atacante había arrancado el par de pendientes que usaba el hombre.
Mascullando improperios sobre toda la familia del que se había atrevido a
agraviarlo, el hombre sacó un arma– ¡¿Cómo te atreves?! ¡Devuélvemelos!
- No, van mejor conmigo –antes de
terminar su frase, el hombre disparó varias veces sin dar en su blanco, una
joven. Pero los asistentes a ese lugar de perdición se asustaron y una enorme
conmoción se armó. La gente corría asustada, gritando y empujando a cualquiera
que se pusiera en su paso.
- ¡Cierren las puertas! La quiero
viva… o muerta –sentenció iracundo el hombre.
El personal del lugar se dedicó a
sellar las salidas, nadie escaparía del lugar– Señor HIdan, todo está cerrado,
pero no logramos encontrarla.
- No pudo salir tan rápido, revisen
bien.
- Si señor.
Hidan, tomó un micrófono y se
aclaró la garganta preparándose para hablar– Lamento este pequeño incidente
amigos, pero entre nosotros anda una rata, que no podrá salir, porque nadie que
se meta conmigo vivirá para contarlo –hecho un ligero vistazo a su alrededor y
sonrió sádicamente– Quien me entregue a esa zorra tendrá una jugosa recompensa.
Los visitantes del lugar empezaron
a murmurar entre ellos, sabían que ese hombre era capaz de cualquier cosa por
obtener lo que quería. Dispuestos a ganar dinero fácil, la gente empezó a
buscar entre ellos a la persona que vagamente alcanzaron a ver “atacar” a Hidan.
- ¿Quién dijo que soy una zorra?
–murmuró quejosa la chica escondida en un rincón del techo– Ahora verás –de un
salto se colocó sobre una de las jaulas de las bailarinas y empezó a mecerla –
Tú eres un asesino, idiota –gritó la chica antes de cortar la cuerda que
sostenía la jaula haciendo a todos correr para evitar el golpe.
- ¡Atrápenla! –gritó Hidan disparando
hacia la chica que subía por la cuerda sin ninguna dificultad.
Un estruendo en las puertas detuvo
todo el alboroto que había en el lugar, la policía había irrumpido, los
disparos habían alertado a un policía que pasaba afuera del lugar– ¡Policía!
¡Alto! ¡Que nadie se mueva! –gritaron los agentes del orden deteniendo a cuanto
maleante quería huir.
Hidan aprovechó la confusión y
escapó tras la chica que había pisoteado su orgullo delante de todos.
La chica admiraba lo que su esfuerzo
había conseguido, un par de broqueles, adornados con un pequeño rubí cada uno.
El tamaño no era gran cosa, solo un centímetro de radio, tal vez menos. Apretó
la mano y sonrió satisfecha.
- ¡Entrégamelos! Ya no tienes a
donde ir –la ronca voz y el fuerte grito no asustaron a la chica.
Guardó los pequeños aretes en su
bolsillo. Debía tener cuidado, el techo de la vieja fabrica no le daba mucha
cobijo como para poder protegerse de más ataques del arma de fuego– No entiendo
para que los quieres, no son de gran valor –se negó a entregarlos la joven.
- Lo mismo digo mocosa, son un gran
recuerdo de un viejo trabajo que hice y los quiero de vuelta.
- Intenta quitármelos –retó la
joven sonriendo arrogante.
- Cuando estés muerta pintaré el
techo con tu sangre –Hidan sacó otra arma de su pantalón y disparó con ambas a
la chica.
La joven hacía malabares y brincos
espectaculares evitando ser alcanzada por las balas. La noche y la mala
puntería de Hidan le dieron a la ladrona la oportunidad de evitar ser herida.
- Arriba las manos –ordenó una voz
a espaldas de Hidan, el hombre podía sentir la punta del cañón de un arma en su
nuca.
- Solo estaba defendiéndome.
- Si, claro –siseo la voz a sus
espaldas quitándole las armas de las manos– Ponga las manos en la espalda,
lentamente –Hidan obedeció y el hombre tras él le colocó unas esposas.
- Oficial, entienda, solo trataba
de detener a una ladrona.
- No me importa, porque no soy policía
–al darse la vuelta, Hidan se topó con un joven de cabello y ojos negros.
- Uchiha Sasuke, el caza
recompensas –gruñó Hidan.
En ese momento un oficial de policía
llegó al techo– Llévalo abajo, pero recuerda que fui yo quien lo atrapó
–recalcó seriamente Sasuke– El botín es mío.
- Si, señor –contestó el oficial
llevándose a jalones a Hidan.
- Se que estas aquí, sal de una
maldita vez.
La figura de una chica apareció de
detrás de una pila de cajas abandonadas– Buenas noches Sr. Caza recompensas,
¿Cómo supo que era yo?
- Eres la única ladrona de la ciudad
–contestó Sasuke con hartazgo– Dejemos ya este juego y entrégate.
La risa de la chica retumbó
sonoramente– ¿Juego? Lo siento señor, pero no entiendo a lo que se refiere, yo
no he hecho nada malo.
- ¿Robar no te parece suficiente?
- Depende del punto de vista con
que lo vea –decía la chica dando pequeños pasos hacia la orilla de la
edificación.
- ¡Detente! –ordenó Sasuke
apuntándole con su arma– No hagas algo estúpido.
- Esa no es forma de hablarle a una
señorita…
- Señorita o no, aléjate de la
orilla.
La chica hizo un puchero de
disgusto– ¡Que grosero! No entiendo que problema tenga conmigo señor, pero le
advierto que no seré presa fácil si sigue intentando atraparme.
- No lo intentaré, te juro que lo
haré –dijo Sasuke muy seguro de si.
- Como usted quiera señor, ahora si
me permite, debo retirarme, tengo otro asuntito que atender –la chica hizo una
reverencia y levantó el rostro con una sonrisa socarrona, dio un paso hacia
atrás y saltó del techo.
- ¡Cuidado! –Sasuke corrió y a
mitad del camino sintió que algo lo apretaba por el torso y jalaba de él hacia
la orilla del edificio. Frenó en seco y empezó a jalar hacia atrás hasta que la
fuerza desapareció y cayó estrepitosamente al suelo. Al revisarse se dio cuenta
que una larga cuerda se amarraba a su torso, pero al examinarlo bien parecía
más un grueso listón negro. Corrió para asomarse y la chica lo veía desde
abajo, sana y salva.
- Gracias, amable caballero, por
ayudarme a salir del problema –la joven volvió a hacer una reverencia teatral y
huyó corriendo entre los oscuros callejones.
- ¡Demonios! –gritó Sasuke
frustrado. Al levantarse sintió que arrastraba algo, el listón aun seguía
amarrado a su torso, luchó enojado con él intentando desatarlo pero fue en
vano. Suspiró derrotado y tomando las cosas con más calma desató el listón, que
en realidad no estaba amarrado, solo se enrollaba en su cuerpo.
(。◕‿◕。) Continuará (。◕‿◕。)