"Por algo pasan las cosas" © SAKURATRC
= DÍAS MALOS =
Haruno Sakura, una chica de linda cabellera rosa, brillantes
ojos color jade, sonrisa deslumbrante, como su cuerpo. Era una chica de 23
años, que se esforzaba por lo que quería, consiguió un trabajo en una
prestigiada empresa de Marketing, tenía un lindo chico, muy guapo, de cabello
castaño y ojos del mismo color, por novio; y una compañera de apartamento muy
comprensiva y buena amiga. Pero no sabía el giro que su vida daría, tendría un
mal día, bueno, malo, era poco para describirlo.
Primero, su despertador no había sonado, justo el día de una
junta muy importante; pero eso no fue todo, en su “agradable” mañana.
Entró a la regadera para darse un baño de menos de cinco
minutos, lamentablemente no había agua– ¿Qué demonios? –oh, sí claro, había una
fuga en la red principal de abasto en la calle y le avisaron, con anticipación,
que cortarían el suministro a las siete de la mañana. Asomo la cabeza a su reloj,
ya eran 7:15 am y ella entraba a las 8:00 am– Maldita sea –se quejo saliendo
envuelta en una toalla, para calentar un poco de agua y poder darse el baño.
Bien, un día tan malo no podía empeorar ¿o sí? Claro que
podía, llego a la oficina justo cuando el reloj marcaba 8:30; y llego tan
apresuradamente, que no se dio cuenta que la secretaria, de su jefe, caminaba
torpemente con una charola llena de tazas de café; las cuales vertió encima de
la pelirrosa.
- Sakura-san, cuanto lo lamento –dijo la joven mujer.
- Yo también, no sabes cuánto –gruño molesta, aguantándose las
ganas de ahorcarla; afortunadamente, siempre tenía un cambio de ropa en su
pequeña oficina.
Corrió inmediatamente al baño a cambiarse, lamentablemente,
no era algo muy idóneo para la junta que tendría después de la comida, no algo
que le gustaría vestir. Falda sastre unos dedos debajo de la mitad del muslo,
una blusa blanca de tirantes y un saco corto; estaba viéndose en el espejo del
baño cuando su asistente entro– Sakura-san, el jefe de mercadotecnia pregunta
por usted.
- Ya voy, ya voy –dijo tomando la ropa sucia y metiéndola
rápidamente en la maletita de donde saco su atuendo limpio– Toma, lleva esto a
mi oficina, por favor.
Caminó por los pasillos ajustando su ropa, bajo las miradas
indiscretas de sus compañeros de trabajo, tuvo la última junta previa a mostrar
la nueva campaña para una gran compañía de cosméticos; su jefe le hizo unos
cuantos comentarios y le pidió que cambiara algunas cosas. Sakura no estaba muy
contenta con los cambios sugeridos, pero accedió por respeto al hombre que
tantos años llevaba en el negocio; y también para salir cuanto antes de la
oficina, sentía que en cualquier momento se le lanzaría encima para violarla,
cosa que le provoco escalofríos.
Por lo menos tendría una comida relajante con su novio, o
eso era lo que creía, hasta que vio llegar al susodicho acompañado de su amiga,
con la que compartía apartamento. Ambos le dieron la noticia, estaban enamorados
y no podían ocultarlo más, no había sido su intención y que lo lamentaban. La
pelirrosa sintió como si le partieran el corazón en dos, era peor que solo una
traición, era una traición doble.
El tiempo se le había pasado volando tratando de comprender
lo que había sucedido, no solo dos de las personas en quienes más confiaban la
había engañado en el aspecto sentimental; sino que la habían, prácticamente,
corrido del apartamento, que a ella, tanto trabajo le costó encontrar. De nuevo
se le había hecho tarde, su asistente le indico que los clientes ya estaban en
la sala de juntas.
Entró a la pequeña habitación, donde varios hombres y
mujeres le esperaban, las miradas masculinas se fijaron inmediatamente en ella,
en una forma que no era muy profesional; las miradas femeninas parecían
reprocharle su vestimenta, envidia pura.
- Haruno-san, la esperábamos, que gusto contar con su
presencia –dijo irónico el jefe de jefes de su trabajo, que para ser más
precisos, era jefa.
- Si, lo siento es que hoy no ha sido mi mejor día, pero no
estamos aquí para hablar de mí, sino de la campaña publicitaria del producto –y
así fue como empezó su presentación, la cual no era la que ella había
preparado, sino una versión no terminada y muy mal estructurada. La confundió
al regresar de comer, la noticia de su, ahora, ex novio y su, ahora, ex amiga,
la habían hecho perder la cabeza.
Trató de salvar la situación, pero los clientes perdieron el
interés y se retiraron. La jefa de Sakura la reprendió severamente, y termino
prescindiendo de sus servicios, es decir, la había despedido y hecho sacar de
la empresa en el acto.
La ojijade caminaba sin rumbo fijo, no quería regresar a
casa y enfrentar la triste realidad, que ya no era bienvenida en su propio
hogar; para empeorar la situación, una tormenta se desato, inundando calles y
desatando un frío endemoniado. La gente corría para escapar de la lluvia, y
ella ni sombrilla traía, era una sopa andante. Nadie tomaba en cuenta al
pequeño ser roto y desvalido, en que se había convertido Sakura. Siguió
caminando sin prestar atención a su alrededor, solo escucho la bocina de un
automóvil y todo se volvió oscuro.
= DÍAS BUENOS =
Era el mejor día para él, había convencido a su estúpido
(mejor) amigo de mudarse a otro apartamento con su novia; se había deshecho del
“dobe”, ese día iba la mudanza a recogerlo todo.
- Teme, me divertí mucho mientras duro –le sonrió un rubio.
- Yo diría que duro más de lo que hubiera deseado, dobe
–contesto el otro chico recargado en la puerta.
- Si claro, sé que me extrañaras –dijo el chico cargando la
última caja con sus pertenencias.
- Hinata, por favor, no le sueltes la correa, no quiero que
regrese.
Una joven pelinegra rio bajito– Lo intentare Sasuke.
Uchiha Sasuke, joven de 25 años, alto, pelo negro, ojos del
mismo color y tan enigmáticos, piel ligeramente morena, hijo de un famoso
comerciante; aunque la vida no le sonrió, nunca se dio por vencido. Su padre no
lo considero digno heredero de su empresa, por lo que abandono a su familia, para
probar suerte. Estudio comercio internacional, bajo la protección de su
maestro, entro a trabajar en una empresa dedicada a la importación y
exportación de todo tipo de mercancía. Era un joven inteligente, prometedor,
trabajador y de duro carácter; lo que le ayudo a escalar rápidamente y colocarse
dentro de los mejores negociantes.
Esa mañana pintaba maravillosa para él, el sol se escondía
entre las nubes y eso le encantaba, le gustaban los días fríos y lluviosos. Las
cosas iban de bien en mejor, condujo su auto deportivo por las calles,
extrañamente, desoladas de la ciudad. Tenía un almuerzo de negocios muy
importante, cerraría el primer negocio multimillonario de su carrera.
La reunión se realizo en un lujoso restaurante, con
platillos sumamente exóticos, que deleitaron el paladar de los comensales. Y no
solo el paladar se vio embelesado, sino también la vista de la encargada de
negociar el trato; el cual fue exitosamente cerrado durante la sobremesa.
- Sasuke-san, ¿permanecerá al pendiente de nuestro negocio
no es cierto?
- Tanto como usted me lo requiera –contesto en un tono
coqueto y con una sonrisa de lado.
Las cosas estaban mejorando, en cuanto regreso a su oficina,
su secretaria le pasó los recados acumulados durante su ausencia; uno pertenecía
a su “acosadora personal”, como él la había nombrado, le pedía que se
comunicara con ella en cuanto pudiera– Kami, ¿y ahora qué querrá? –marco el
número escrito en el pequeño papel y espero– Karin, ¿Qué sucede? –pregunto
hastiado en cuanto contesto la chillona voz al otro lado de la línea.
- Sasuke-kun, es que me voy a ir de viaje y quería saber si
podrías llevarme al aeropuerto.
- Lo siento, tengo mucho trabajo.
- Pero si todavía no te digo cuando me voy.
- Mira acabo de cerrar un negocio muy importante y no puedo
perder el tiempo contigo, así que, que te vaya bien, diviértete –dijo y colgó
el teléfono.
Por fin, vacaciones de la cacatúa esa, ¿en que estaba
pensando cuando se le ocurrió salir con ella? No era nada formal, solo
encuentros ocasionales y nada más; pero ella ya se sentía la novia formal del
moreno.
Estaba dándose un merecido respiro, cuando su secretaria le
aviso que su jefe quería verlo, gustoso se levanto y se dirigió a la oficina de
quien lo solicitaba. Entro y cuál fue su sorpresa, una muy desconcertante, que
se encontró con el dueño de la empresa, a su jefe y al resto de los gerentes.
- Sasuke-san, toma asiento por favor –invitó el hombre
mayor, dueño de la empresa.
- Sí, señor, gracias –el ojinegro tomó asiento y miró a su
alrededor.
- Nos reunimos todos, porque queremos darte una noticia
–hizo una pausa que aumento el nerviosismo del joven, pero supo esconderlo muy
bien– Hemos decidido nombrarte gerente regional.
La noticia dejo al Uchiha con la boca abierta– No sé cómo
agradecérselo.
- Ya lo hiciste, al cerrar esta mañana el negocio con la
empresa de productos farmacéuticos.
El festejo no duro mucho, el nombramiento sería oficial en
un par de días; por lo que le dieron el resto de la tarde libre al joven.
Sasuke estaba tan deslumbrado con su nuevo nombramiento que
decidió ir a celebrar a un bar que estaba cerca de su casa. Llego a su
apartamento, que ahora era solo para él, se cambio y salió a buscar una nueva
aventura, con quien festejar su ascenso.
Como quedaba a unas cuadras decidió ir caminando, mala
elección, no había terminado de recorrer dos cuadras cuando la lluvia lo había
empapado. Pero nada podía arruinar su día, era perfecto. Se detuvo en la
esquina a esperar que el semáforo peatonal cambiara y pudiera continuar su
andar, cuando algo llamo su atención; al principio pensó que sería una gorra o
cualquier otra cosa, menos una cabellera ¿rosa? Qué color tan extraño. Aunque
más extraño se le hizo ver que la dueña de esa cabellera no detuvo su andar e
intento cruzar la calle, cuando un enorme camión se acercaba en su dirección
tocando la bocina. En un rápido movimiento, abrazo la pequeña cintura de la
chica y se tiro con ella de espaldas para evitar ser atropellados.
= DIAS INOLVIDABLES =
Dicen que por algo pasan las cosas, a veces cuando una
situación parece la más terrible de todas, puede traer algo bueno a tu vida,
puede mejorarla o simplemente hacerla maravillosa.
Y eso fue lo que les paso a Sasuke y Sakura, después de que
el moreno evitara que la chica tuviera un terrible accidente, la llevo al
hospital. Tuvo una fiebre horrible por un par de días, y aunque el Uchiha no
tenía nada que ver con ella, se mantuvo al pendiente de su condición;
visitándola antes de ir al trabajo y al salir.
- Haruno-san, tiene visita –anunció la joven enfermera– Es
su salvador –le susurro bajito.
- Gracias –la pelirrosa se “arregló” lo más que pudo– Por
favor, dile que pase.
Un apuesto hombre de traje entro a su habitación– Buenas
tardes, espero que no le moleste que el doctor me haya avisado de su despertar.
- Oh, no por favor, soy yo la que deseaba verlo para
agradecerle… por salvar mi vida –dijo bajito sonrojándose.
Una sonrisa arrogante adorno el varonil rostro– Dígame
Haruno…
- Sakura –interrumpió la ojijade– solo Sakura está bien.
- Entonces llámame Sasuke –ordenó en un tono muy coqueto.
Así comenzó la amistad entre ellos, Sakura le conto lo que
había sucedido durante su día, uno lleno de calamidades e infortunio; su
trabajo, su novio y su apartamento, todo lo perdió en menos de doce horas. Sasuke,
no sabía porque, pero se sintió mal por la chica, así que le ofreció
alojamiento en lo que encontraba un trabajo y lugar donde vivir. La pelirrosa
trato de rechazarlo, argumentando que hablaría con algunos amigos y les pediría
ayuda; pero el ojinegro insistió tanto que no pudo negarse.
En cuanto salió del hospital, Sasuke, la acompaño por sus
cosas a su viejo apartamento, dejando boquiabiertos a su ex novio y ex amiga,
al ver a semejante hombre a su lado. Sakura no pudo evitar sonreír con cierta
arrogancia; el moreno, no solo la ayudo a mudarse, sino que había hecho sentir
como escoria a los que la traicionaron.
A la pelirrosa no le gustaba vivir a costa de su benefactor,
así que le propuso un trato; en lo que encontraba trabajo, ella se encargaría
del aseo de su hogar temporal, y de prepararle el desayuno y la cena; cosa que
no le pareció mala idea.
Aunque al principio fue difícil acostumbrarse a la presencia
del otro, no les tomo mucho tiempo para acoplarse y llevar una sana
convivencia. Al pelinegro le agradaba salir del baño y que el aroma a café
recién hecho inundara el lugar, aspiraba tan hondo como podía. En cuanto estaba
vestido, salía rápidamente a ver lo que la ojijade había preparado para
desayunar, casi siempre era pan tostado, fruta y café negro.
- Buenos días.
- Buenos días Sasuke-kun –la confianza entre ambos había
crecido bastante– ¿Hoy si vas a venir a cenar?
- Espero que sí –dijo dándole un mordisco al pan.
Había ocasiones en las que el trabajo de Sasuke le
dificultaba el regresar temprano a casa; o incluso debía salir en viajes de
emergencia. Situación que no le agradaba mucho, se había acostumbrado a que la
vocecilla de Sakura se asegurara que se había levantado y le avisara que el
desayuno estaría listo en cuanto saliera de ducharse. Los viajes de negocios,
habían pasado de ser divertidos y placenteros, a ser meramente negocios. Y no
era que no confiara en la pelirrosa, solo era que no le gustaba dejarla tanto
tiempo sola.
Solo que el tiempo que Sakura había previsto de abusar de la
confianza de Sasuke, comenzaba a volverse un tanto incomodo, para ella. Llevaba
tres meses tratando de conseguir trabajo, pero debido a que era fin de año,
resultaba triplemente difícil encontrar vacantes. Comenzaba a desesperarse,
pero el joven amablemente le había dicho que no se preocupara, que con sus
habilidades y carisma, pronto encontraría trabajo.
Como cada año, desde que se separo de su familia, Sasuke
festejaba el año nuevo en compañía del dobe y sus amigos; aunque él no tenía un
espíritu festivo muy desarrollado.
- Buenas noches –saludó Sakura entrando a la casa.
- Hola Sakura-chan, ¿no te costo trabajo sacar al ogro de la
casa?
La pelirrosa rió– No Naruto, créeme, fue más sencillo de lo
que creí.
- Hmp –gruño-sonrió Sasuke cerrando la puerta tras de él.
- Que bueno que vinieron, bienvenidos –Hinata los recibió
con una sonrisa.
- Gracias por invitarnos –agradeció la ojijade entregando un pastel.
- Que rico se ve –se saboreo la pelinegra.
- Espero que sepa rico –deseo el moreno viendo el alimento
por encima del hombro de Sakura– Le tomo todo el día hacerlo –termino de decir
recibiendo un codazo en el estomago.
- Por supuesto que esta rico –regaño la chica al pelinegro.
Hinata y Naruto intercambiaron miradas cómplices, al ver la “discusión” de sus amigos, que solo eran amigos, pero que parecían recién casados.
- Pasen, pasen –invito el rubio tomando sus abrigos– Sakura-chan, ven te voy a presentar.
Esa noche fue maravillosa, Sakura no había podido conocer a los amigos de Sasuke por falta de tiempo, pero podía ver que todos eran tan diferentes. Y para su fortuna, no solo hizo amigos nuevos, sino que consiguió trabajo; la empresa de una imponente rubia de coletas, necesitaba alguien que les ayudara a manejar la publicidad de un nuevo producto que lanzarían al mercado. La pelirrosa gustosamente acepto, después de encontrar trabajo, solo le faltaba, encontrar donde vivir y dejar de ser una molestia en la vida de Sasuke, a quien le agradecía de corazón todo lo que había hecho por ella.
Aunque al ojinegro, parecía tener sentimientos encontrados, por un lado era maravilloso el hecho de que la chica encontrara trabajo; pero por el otro lado, sabía perfectamente lo que eso significaba, ella buscaría un lugar donde vivir.
Las fiestas terminaron, y Sakura se incorporo a su nuevo trabajo, solo que para mala suerte de ella, no podía encontrar un apartamento pequeño de acuerdo a su salario; y buena suerte de Sasuke, ella estaría un poco más de tiempo con él.
Una noche después de mucho trabajo Sasuke regreso cansado a casa– Hola –fue lo único que dijo.
- ¿Qué crees Sasuke-kun? –canturreó la pelirrosa saliendo de la cocina con un delantal.
- ¿Hm? –pregunto tirándose en el sillón con los ojos cerrados.
- Ya encontré un apartamento –Sakura se veía tan feliz, pero para Sasuke era todo lo contrario.
- Que bueno –sus respuestas eran tan cortantes, que el
medidor de alegría de la pelirrosa, bajo una rayita.
- Está un poco lejos de aquí, pero podrías visitarme.
- Gracias –otra rayita menos al nivel de alegría.
- El casero dijo que podría mostrármelo el sábado –trató de
contagiarlo de emoción, siendo caso perdido.
- ¿Y? –menos una rayita.
Sakura agachó la cabeza triste– Esperaba que pudieras
acompañarme a verlo.
- ¿A qué hora? –una luz de esperanza se encendió en los
jades.
- A las diez de la mañana.
- Es muy temprano –luz que se extinguió rápidamente– porque
no le pides a alguien más que te acompañe –comento-ordeno retirándose a su
cuarto con la excusa que estaba cansado y que no tenía hambre.
Llegó el sábado, y Sakura salió silenciosamente del
apartamento de Sasuke; la noche anterior había tenido una cena de negocios y
regreso hasta entrada la madrugada, así que no quería molestarlo. El
comportamiento del moreno no había sido del todo agradable, si llegaban a verse
él le contestaba con monosílabos; la situación le dolía mucho a la pelirrosa,
provocándole el llanto al recordarlo. Pero rápido recobro el ánimo, se
recordaba que pronto ese capítulo de su vida quedaría atrás, volvería a ser
libre e independiente y no sería más un estorbo.
En cuanto llego al pequeño edificio, quedo fascinada, el
lugar era muy bonito, con rasgos ligeramente viejos, pero muy bien conservado.
Un hombre, con la descripción que le había dado por teléfono se acerco a ella.
- Usted debe ser Haruno Sakura, ¿no es cierto? –saludó
cortésmente haciendo una leve reverencia.
- Si, mucho gusto.
- Venga pase por aquí, le mostrare el apartamento –dijo cediéndole
el paso al interior del edificio.
- Muchas gracias.
Subieron por un pequeño ascensor, del tipo que uno tiene que
cerrar la puerta, esos detalles le encantaban a la pelirrosa. Se detuvieron en
el quinto piso, el hombre saco una llave y le abrió la puerta para que pasara.
El lugar era más que grandioso, tenía excelente iluminación natural, grandes
ventanales, aunque solo eran dos habitaciones, una abarcaba la cocina, la sala
y el comedor; y una planta alta que hacía el papel de cuarto y baño.
- Es lindísimo.
- ¿Entonces firmamos el contrato?
- Ella ya tiene en donde vivir –una voz varonil resonó en el
lugar.
- Sasuke-kun –balbuceo la pelirrosa.
- ¿Disculpe? –pregunto el hombre.
- No hay razón para que ella busque apartamento, porque vive
conmigo –declaró seguro.
- Pero… pensé que ya no querías que viviera contigo.
- Tsk, no era eso –contesto rodando los ojos.
- Haruno-san, lamento decir esto, pero tengo tres clientes
más interesados en este lugar.
- Espere un momento, ¿sí? –ordenó confundida– Explícate.
Sasuke la jalo del brazo alejándose del espectador– Quiero
que vivas conmigo.
- ¿Por qué? si ya no me soportas –su cabeza estaba hecha un
lio, no entendía al pelinegro.
- No entiendes –le dijo tomando su rostro entre sus manos–
No quiero vivir sin ti.
- Sasuke-kun… yo… –pero no pudo terminar la frase porque
Sasuke le estampo tremendo beso, lleno de amor, necesidad y deseo.
- Haruno Sakura ¿quieres pasar el resto de tus días viviendo
bajo el mismo techo conmigo?
- Claro –aunque no era propuesta normal, Sakura supo
interpretarla– Uchiha Sasuke.
La noticia corrió como pólvora, la boda fue organizada con
ayuda de todos los amigos de Sasuke, con quienes Sakura había formado una gran
amistad, obvio que también con ayuda de sus amistades. Su mejor amiga sería la
madrina, Ino, estaba más que encantada, parecía que era ella la que se casaría.
Y a pesar de decir, que no era su mejor amigo, Sasuke, le pidió a Naruto que
fuera su padrino; el rubio no cabía en sí mismo, de la felicidad. La ceremonia
se fijo para seis meses después, es decir, el día en que Sasuke rescato a
Sakura de ser atropellada. El peor día para ella y el mejor para él, un año
después, se volvió el día más inolvidable de sus vidas.
La gente siempre dice… Por algo pasan las cosas, ¿no?
= FIN =
Bien, esto es un
debraye producto de muchas cosas, una idea al despertar, una noche sin dormir,
y la última, la mala suerte que me sigue aquejando, el día de ayer, rompí un
florero y fundí la televisión de la sala. Espero que la mala suerte se vaya de
mi lado, sino, no quiero salir de cama, nunca más.
Sin más que decir, les
mando besos y abrazos, al ratín subo
el siguiente capítulo de Sálvame.
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